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lunes, 10 de noviembre de 2014

Whenever you play that song. Parte II Final

6
Every good thing...

Los días fueron pasando, convirtiéndose en semanas. Quedaban todos los días y su relación cada día se consolidaba. Se acercaba la Navidad y por primera vez en muchos años, Jonghyun estaba emocionado, ilusionado e intranquilo. Hacía muchísimo tiempo que no sabía lo que era celebrar la Navidad con gente que le importase. Había crecido en las calles malviviendo como podía, lo habían metido en varios orfanatos pero se había escapado al igual que del reformatorio al que llegó después de cumplir los 15 y del cual se había fugado el día que conoció a Yoobi. Ella le ayudó a despistar a la policía.

Un detalle que le pareció muy curioso es que la policía no lo hubiese encontrado y en cambio la chica sí. Así que pensó que el karma era muy sabio y empezó a creer en el destino. Mentalmente les tenía montado un altar a cada uno de ellos en un rinconcito de su cabeza. Pero eso, claro está Yoobi no lo sabía. No le había dicho nada de su vida y ella tampoco le había preguntado, así que él no vio necesidad de contarlo. Tampoco es que se sintiera muy bien ocultándoselo pero aún no estaba completamente preparado para hacerlo. ¿Y si le dejaba? ¿Y si decidía que no quería verle de nuevo? No podía permitirlo. Amaba a Yoobi, de eso estaba seguro. Decidió decírselo después de Navidad.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que había llegado al lugar donde tendría lugar su cita hasta que notó unas manos que rodeaban su cintura desde la espalda. Miró alrededor viendo el carrusel el cual estaba en movimiento emitiendo un sonido quejumbroso y penetrante apenas disfrazado con la musiquita repetitiva e incesante que una vez que estaba dentro de tu cabeza, no eras capaz de quitártela de ella. Y ni cuenta se había dado de ello. Las manos le oprimieron más fuerte y Jonghyun instintivamente las apretó entre las suyas, entrelazando los dedos de ambos.

-     ¿En qué piensas? escuchó la voz de su novia.
-      En lo mucho que te quiero sonrió mirándola por encima del hombro.
-      ¿Y es mucho? Por que llevas un buen rato perdido en tu mundo - se rió la chica.
-      Es muchísimo preciosa asintió y se giró para poder besarla de manera muy suave.

Yoobi tenía la cara helada y Jonghyun le besó con suavidad dejando que su aliento chocara contra los labios de su novia en un leve intento para que entrase en calor. Ella se abrazó con fuerza a su cintura, pegándose a su pecho y el chico enseguida la rodeó con sus brazos atrayéndola contra él para que al menos conservara el poquito calor que le quedaba.
Notó algo que le mojaba las manos con las cuales frotaba la espalda de Yoobi y al elevar la cabeza se dio cuenta de que estaba nevando. Era la primera nevada del año y decían que concedía deseos si estos eran sinceros. Secretamente pidió no separarse jamás de Yoobi. Poco a poco la nieve comenzó a caer más y más fuerte por lo que sin separarse de su novia, la guió hasta el carrusel donde al menos no se mojarían mientras esperaban a que dejara de nevar. Aunque sabía que si no era pronto se acabarían congelando ambos. Y no era una idea que le gustase demasiado. Yoobi se pego más a su cuerpo en busca de calor y comprendió que deberían irse de allí.

-      Debemos irnos Yoobi no podemos quedarnos aquí o nos congelaremos.
-      ¿A dónde iremos? ¿Podemos ir a la cafetería que te gusta? le preguntó con una sonrisa.
-      ¿Te apetece ir allí? ella asintió Entonces no se hable más. Aprovechemos que ahora nieva poco.

Agarró su mano y tiró de ella para caminar rápido y salir de ese parque, teniendo mucho cuidado de no resbalar y caerse. Yoobi, trastabilló alguna que otra vez pero logró sujetarla a tiempo evitando que se cayera. Caminaban lo más rápido posible hacia la cafetería pero aún les quedaba un gran trayecto hasta allí. La nieve poco a poco empezó a caer con más fuerza y fue mojando sus abrigos calándoles el frío hasta los huesos. Se fijó en Yoobi que llevaba el pelo completamente mojado y pegado a la cara, la cual tenía tan pálida que le daba un aspecto enfermo. Decidió hacer un cambio en los planes y dejar la cafetería para otro momento.

Se desvió del rumbo original sin soltar la mano de su novia a la que le oía castañetear los dientes a consecuencia del frío que sentía. Ella se dejaba guiar sin poner objeciones, quizá porque estaba tan congelada que no era capaz ni de pronunciar palabra. Él le miraba con preocupación deseando llegar lo más pronto posible a su casa. Bueno, la palabra exacta sería cuchitril pero ahora mismo lo que menos le importaba era si era un sótano inmundo o una fastuosa mansión. Sólo le preocupaba Yoobi.

Por fin llegaron a la calle donde vivía y apretando el paso todo lo que sus congelados pies le permitían llegaron a su portal. Sacó las llaves y como pudo abrió la puerta aunque apenas tenía fuerza en las manos. Dejó que ella entrase antes, y abrazándola por la espalda, la guió hasta la puerta de su micro piso. Una vez dentro, lo primero que hizo fue quitarle el abrigo y correr a por una manta y una toalla. La envolvió con la manta y le secó el pelo como pudo.

-      Tienes que tomar una ducha bien caliente o enfermarás ella asintió levemente tiritando bajo la gruesa manta. Voy a preparártelo. 

Se fue hasta el baño abriendo el grifo del agua caliente y sacándole una toalla limpia para que pudiera secarse después. Rebuscó entre sus cosas algo de ropa que pudiera prestarle mientras la suya se secaba.

-      ¡Yoobi! - la llamó El agua está caliente y aquí tienes una toalla y ropa limpia dijo cuando ella llegó caminando con lentitud Creo que tienes que quedarte aquí esta noche. No voy  a dejar que salgas con la ropa encharcada y no creo que puedas salir a la calle con mi ropa.
-      Llamaré a casa después de ducharme. ¿Te importa si les digo que me quedo en casa de Minkyung? el chico negó con la cabeza Gracias le dio la manta antes de entrar en el baño.

Mientras ella se duchaba, Jonghyun se puso a recoger y ordenar un poco todo lo que había desperdigado por los rincones. Una vez en su  habitación cambió las sabanas para que Yoobi durmiese en la cama y esperó a que ella saliese del baño.

Cuando ambos estaban duchados se acurrucaron en el sofá bien pegados el uno al otro debajo de la manta. Yoobi tenía los ojos cerrados con la cabeza apoyada en el hombro de su novio quien no dejaba de mirarla con una sonrisa. Su cara estaba teñida por un ligero tono rosáceo que la hacía parecer la Yoobi de siempre no la enferma de hacía una hora. Jonghyun no pudo reprimir las ganas de besarla. Fue un beso suave y corto pero la chica puso la mano en su mejilla y comenzó a besarle de nuevo.

Si algo les ocurría es que cuando uno de ellos comenzaba a besar al otro, pasaba un buen rato hasta que podían dejar de hacerlo. Sus labios tenían una especie de atracción similar a la de los imanes, y una vez juntos, costaba separarlos.
Yoobi tuvo un escalofrío y se juntó más a Jonghyun quien la apretó contra su pecho, mientras sus labios buscaban más de los de la chica. Las suaves caricias no tardaron en llegar. Primero de forma tímida pero poco a poco fueron tornándose más juguetonas y traviesas palpando partes de sus cuerpos que nunca antes habían tocado.  Los dedos de la chica se enredaban en el largo pelo del muchacho pegándose más aún a su boca, respirando entrecortadamente por la falta de oxigeno en sus pulmones. Se separó un poco boqueando en busca del tan ansiado gas.

-      Deberíamos dormir - jadeó Jonghyun cerca de su oído. El chico era consciente de que si no paraban ahora, no sería capaz de hacerlo después.

Yoobi se levantó del sofá y tras despedirse de él se fue a la habitación. Se metió en la cama con el sabor de los labios de su novio aún sobre los suyos, se acurrucó entre las mantas intentando coger calorcito y así dormir. Pero no dejaba de darle vueltas a la cabeza. Cerraba los ojos y a su mente venía claramente el tacto de sus grandes manos recorriéndole la espalda despacio pasando después a su cintura y subiendo por sus costados hasta finalmente acabar en sus pequeños pechos. El simple recuerdo le hacía arder como si tuviese fiebre y sentía ese cosquilleo en el estómago cómo si aún le estuviese tocando y no se encontrase realmente en el sofá en la otra habitación.

Decidida, se levantó de la cama y fue al salón. Jonghyun estaba acurrucado entre las mantas buscando un calor que allí no encontraría. Se acercó sigilosa y como pudo, se metió con él bajo la manta. Jonghyun abrió los ojos y la miró curioso.

-      ¿Qué haces aquí? preguntó en un susurro.
-      Tenía frio y no podía dormir ¿puedo hacerlo contigo? le sonrió dulcemente.
-      Pero aquí no entramos
-      Vayamos a la cama la chica se destapó y se incorporó del sofá esperando que el muchacho le siguiera hasta la cama, donde se volvió a meter.

El chico obediente lo hizo, colándose bajo las mantas sintiendo como nada más taparse unos brazos le rodeaban, sintiendo la calidez que emanaba del cuerpo de su novia. Acarició su espalda con suavidad y a cambio recibió miles de besos suaves en su cuello, lo que le hizo que se estremeciera desde las puntas de los dedos de los pies hasta la raíz del pelo. Yoobi no parecía darse cuenta o si lo hizo, fingió no haberse enterado. Una mano de la chica se coló bajo la tela de la camiseta que usaba como pijama y acarició la piel del abdomen, haciendo que suspirara a la vez que encogía el vientre. Sentía miles de mariposas en su estómago cada vez que ella le acariciaba por lo que finalmente optó por seguir su juego, buscando sus labios uniéndolos de forma intensa desde el primer momento, cosa que Yoobi le siguió encantada. Ella no dejaba de tocarle bajo la tela, pegándose a él cada vez que veía la oportunidad, suspirando con cada beso y dejando los labios entreabiertos, gesto que aprovechó para intensificar el beso colando su propia lengua en la boca de su novia, la cual la aceptó gustosa, dejando que se encontrara con su homónima.

Poco a poco el calor fue recorriendo sus cuerpos por lo que la ropa empezó a sobrar. Ambos se desvestían el uno al otro con toda la rapidez que podían, ya que sus cuerpos pedían a gritos sentir la piel del otro. Yoobi no llevaba ropa interior bajo las prendas que su novio le había prestado, puesto que estaba secándose, por lo que Jonghyun pudo besar su cuerpo desnudo con rapidez. Las manos del chico acariciaban sus pechos con suavidad mientras dejaba miles de besos en su cuello, lo que hacía que Yoobi no dejara de suspirar de manera suave enredando los dedos de nuevo en el pelo de su novio. Era una costumbre que había adquirido cuando se besaban. No era ningún secreto que ella quería tenerle lo más cerca posible. Se había hecho adicta a sus labios, los cuales besaba siempre que tenía una mínima oportunidad.

Para ella esta era una experiencia nueva, ya que nunca había estado desnuda con ningún chico anteriormente, aunque por alguna razón no se sentía incomoda frente a Jonghyun, a pesar de ser bastante tímida. Él le daba la seguridad y decisión que ella por sí sola no poseía. Y en este momento sabía lo que quería de él de una manera muy clara, por lo que se dejó llevar por sus deseos. Bajó una de sus manos por el pecho de su novio hasta la entrepierna, donde acarició ésta con suavidad. Recorrió toda su extensión con las yemas de un par de sus dedos, notando cómo él se estremecía por el contacto, haciendo que su miembro poco a poco despertara, a medida que ella comenzaba a masturbarle. A cambio, Yoobi notó como los dedos de Jonghyun se colaban entre sus piernas acariciándole el clítoris de forma suave en un principio y presionando mas fuerte cada vez, arrancándole sonidos más placenteros a medida que él chico introducía un dedo en su interior, moviéndolo de forma suave en un principio, acelerando después.

La habitación estaba siendo llenada por los sonidos arrancados de su interior: jadeos, suspiros y gemidos que se mezclaban con los que ella le arrebataba a su novio. Rozó con una de sus uñas la punta del glande de Jonghyun quien se estremeció de manera notoria agarrándose a las sabanas con su mano libre mientras que la otra se movía frenética en su interior haciendo que Yoobi se mordiese el labio de forma que se acallase un poco cada sonido que luchaba por salir. El chico le estaba dando placer y sabía que ella se lo estaba devolviendo a juzgar por lo duro, caliente y húmedo que tenía el miembro.

Pero eso no era suficiente, ambos querían más y no hacía falta hablar para que el otro lo supiera. Jonghyun alargó el brazo rebuscando en el cajón de su mesilla de noche, buscando algo que no conseguía alcanzar. En cuanto lo consiguió volvio a prestarle atención y a darle miles de besos suaves sacando los dedos de su interior mientras ella emitía un gruñido de queja que fue acallado por un nuevo beso.

El chico se incorporó sobre sus rodillas y tras ponerse el preservativo, alzó un poco la cadera de su novia para poder introducirse con suavidad en su interior. Poco a poco fue introduciéndose en su interior mientras volvía a apoderarse de sus labios de manera más intensa que las anteriores, buscando distraerla con los besos y no pensar en lo que ocurría en su interior. Se sentía muy comprimido pero a la vez eso le excitaba. Sin dejar de mirar a su novia comenzó a moverse lentamente en su interior, agarrándose de su cadera, contra la cual chocaba al introducirse por completo en ella.

Yoobi pasó de sentir molestia a placer en muy poco tiempo, por lo que ella misma comenzó a moverse contra su novio, agarrándole del trasero y tirando de éste hacia su pelvis, haciendo que entrara más profundo. Subió sus manos hasta los hombros de Jonghyun clavándole las uñas, arañándole mientras se encorvaba bajo su cuerpo dejando escapar toda clase de sonidos. Instintivamente, comenzó a mover su cadera en círculos, lo que hizo que el muchacho le embistiera más fuerte y rápido soltando algún que otro jadeo mientras buscaba sus labios los cuales fueron mordidos y succionados por ambos.

Los movimientos cada vez eran más rápidos y precisos, tocándole ese punto que la estaba volviendo loca, haciendo que su cuerpo entero se convulsionara de puro placer sin dejar de jadear y pronunciar el nombre de su novio quien le mordisqueaba el lóbulo de la oreja, lo que aumentaba su placer de tal manera, que acabó alcanzando el orgasmo, comprimiendo su cuerpo y dejando aprisionado el miembro de su novio, sin que éste dejara de moverse en su interior, por lo que el orgasmo se alargó aún un poco más, hasta que Jonghyun tras llegar al clímax, comenzó a parar y relajarse poco a poco, hasta salir de su interior y tumbarse a su lado.

Ambos se abrazaron mientras intentaban recuperar su respiración a un ritmo normal hasta que poco a poco fueron quedándose dormidos en los brazos del otro. No necesitaban hablarse para saber que se amaban.

Yoobi pensó que había sido perfecto y romántico a su manera, no sólo por el cuidado con el que la había tratado su novio si no porque fuera no dejaba de nevar y hacer frío. En su fantasía, sólo le faltaba tener una chimenea y estar en una cabaña en medio del bosque, pero por lo demás había sido incluso mejor de lo que se había imaginado.

Y con una sonrisa en sus labios, finalmente dejó de estar a caballo entre el sueño y la realidad, dejándose caer en los brazos de Morfeo.



7
... has an end...

El día antes de Navidad quedaron por la tarde. Las calles estaban atestadas de gente que no paraba de ir y venir en busca de regalos de última hora. Las luces y los villancicos llenaban la calle de un espíritu cálido que contrastaba con la fría nieve que caía dejando todo de un color blanco inmaculado y que estaba acumulada a los laterales de las aceras y carreteras.

En una de las calles del centro habían colocado una especie de mercadillo con puestos a lo largo del paseo donde vendían de todo. Estaban protegidos de la nieve por telas de colores vivos a juego con las luces que adornaban la travesía. Podías encontrarte desde libros, adornos y complementos hechos a mano hasta puestos de comida rápida.

Jonghyun nunca había prestado mucha atención a esas cosas pero su novia lo miraba todo llena de ilusión. Arrastraba al joven de puesto en puesto, haciéndole probar todas y cada una de las cosas que le llamaban la atención, haciéndose miles de fotos posando con sombreros de lo más variopintos. La risa de Yoobi era lo único que el chico escuchaba a pesar de todo el ruido que había en la calle. La miraba embobado como si estuviera bajo un hechizo, como si fuera una sirena y él fuese atraído por su canto.

Finalmente pararon en uno de los puestos de complementos artesanales. La mesa estaba llena de pulseras, collares, pendientes, anillos, bolsos, bufandas y hasta gorros, todo hecho a mano. Yoobi se quedó mirando cada cosa muy interesada.

-      ¡Qué bonito! ¿De qué están hechos? preguntó curiosa.
-      Es una técnica que se llama soutache  - respondió la mujer Consiste en usar un cordón de hilo soutache combinado con piedras, cuentas, abalorios o cualquier otra cosa y crear formas armónicas.

La señora le mostró la pieza en la que estaba trabajando, explicándole las distintas partes y piezas y como iban cosidas o pegadas según el diseño que quisieras hacer. Yoobi la miraba atenta completamente fascinada por lo que la mujer le explicaba. Asintiendo cuando entendía algo y sonriendo cuando ésta le dejó que probase a hacer algo. La joven rápidamente escogió los colores e hizo una flor, bastante sencilla pero bonita a la que le añadió unas piedras para hacer de pétalos y de la parte central. Jonghyun lo miraba todo curioso. Cuando la chica acabó se la enseñó a su novio y después a la mujer.

-      Tienes talento para esto dijo la señora con una sonrisa Puedes quedártelo como un regalo.
-      ¿De verdad? Yoobi la miró incrédula y ella volvió a asentir.
-       De verdad.

Se fueron de aquel puesto rumbo a la cafetería que tanto les gustaba ya que estaban helados del frio y por la nieve que no dejaba de caer. De repente Jonghyun se paró en medio de la calle.

-      He olvidado algo. ¿Puedes ir tu a la cafetería primero? No quiero que te quedes congelada esperándome aquí. Yo enseguida iré.
-      ¿No quieres que te acompañe? le preguntó curiosa.
-      No hace falta no tardaré mucho, lo prometo. y tras darle un beso, salió corriendo hacia el lugar por el que habían venido.

Yoobi suspiró y agarrando con fuerza el paraguas, comenzó a caminar hacia la cafetería, mientras Jonghyun volvía al puesto de la mujer para comprar unos pendientes y un colgante para su novia como regalo de navidad. Con el regalo en el bolsillo, comenzó a encaminarse hacia el lugar donde había quedado con su pareja, sonriendo feliz y tapándose más con la bufanda que ella le había hecho hacía algún tiempo.

Salió del bullicio de la calle principal y entró por una serie de callejuelas menos transitadas. De repente una sensación extraña le invadió por dentro aunque no supo que era. Siguió caminando rumbo a la cafetería y escuchó ruido de pasos cerca de él. Se giró pero no vio a nadie. Suspirando, volvió a caminar apretando el paso con esa sensación aún en su pecho. Los pasos volvieron a escucharse y él comenzó a correr hacia el local al cual veía a lo lejos.

Una vez dentro, buscó a Yoobi con la mirada y la encontró en una mesa bebiendo de una taza caliente. Caminó hacia la chica y se sentó frente a ella, tras haber pedido algo caliente para beber. Dejó la cajita delante de su mano y le sonrió cuando ésta levantó la mirada de su vaso.

-      ¡Feliz Navidad! le dijo.
-      ¿Es para mí? preguntó curiosa tocando la cajita.
-      ¡Claro! ¡Vamos, ábrelo! le apremió impaciente. Yoobi abrió la cajita y se rió al verlo.
-      Son preciosos Jong sacó los pendientes y se los puso. - ¿Qué tal me quedan?
-      Pues genial, como todo lo que te pones- respondió el chico. Dicen que los búhos dan suerte si te los regalan, así que espero que te traigan mucha suerte a ti.
-      ¡Muchas gracias!
-      De nada preciosa.

Yoobi se levantó de su asiento para acercarse a Jonghyun al cual besó de manera muy suave hasta que el camarero se acercó para dejarle el chocolate caliente y la tarta que el chico había pedido antes de ir a la mesa. Ella se volvió a sentar en su lugar y ambos se pusieron a hablar mientras comían el pastel.

 Jonghyun le contó su pasado, a lo que se había dedicado hasta que lo metieron en el reformatorio y que el día que se conocieron, estaba huyendo de la policía que le buscaban por haberse escapado. Yoobi le dijo que eso no le importaba porque creía que las personas cometían errores y que también podían cambiar. Y más si eran jóvenes aún. Así que el chico no sólo se quedó completamente tranquilo (aunque en el interior de su cabeza había montado fiesta en honor al destino y al karma) si no que cayó más enamorado a los pies de la chica, si eso podía ser aún más posible.

Al cabo de una hora, cuando ya era algo tarde, ambos se levantaron dispuestos a salir rumbo a sus casas. Al ser Nochebuena, Yoobi tenía reunión familiar por lo que no podía quedarse más tiempo con él. Agarrados de la mano pusieron rumbo a la casa de la chica, metiéndose nuevamente por esas callejuelas menos transitadas y de pronto esa sensación de malestar volvió a Jonghyun como un jarro de agua fría en pleno invierno. Intentó relajarse pero cada vez estaba más angustiado.

De pronto se escuchó ruido de pasos y gente gritando, cuando reaccionó comenzó a correr tirando de Yoobi, pues había oído como le llamaban. Le habían encontrado. La chica no entendía mucho lo que estaba pasando pero corría lo más deprisa que sus piernas le permitían, intentando encontrar el ritmo de su novio. Escuchaba de fondo los pasos y los gritos de quienes les perseguían y al mirar hacia atrás para ver si estaban muy cerca, dejo de prestar atención al suelo y resbaló en una placa de hielo, acabando en el suelo. Jonghyun intentó levantarla pero ella le empujó, soltándose.

-      ¡Corre! le gritó - ¡Escapa!

El chico no reaccionó hasta que los hombres estuvieron cerca de Yoobi, momento en el que fue a correr pero sintió un golpe fuerte en la cabeza y cómo su novia gritaba asustada. De repente notó el frío suelo bajo su cuerpo, mojándose al instante por la nieve acumulada en él. Gritó que dejaran en paz a la chica pero no le hicieron caso. Lo que pasó después ocurrió tan rápido y estaba tan borroso que apenas sólo recordaba a Yoobi gritar mientras lloraba, sus manos atadas a la espalda, ese enorme dolor de cabeza que le hizo marearse y caer redondo sobre los brazos de un hombre fuerte que evitó que chocase contra el suelo y esa canción sonando de fondo. La canción que se había convertido en SU canción.



8
... or not

-      Un par de preguntas más Señorita Lee dijo el periodista y ella asintió - ¿Cómo se le ocurrió incorporar el soutache a sus diseños?
-      Cuando tenía 18 años, unas navidades pusieron un pequeño mercadillo en la Calle Myeong-dong y en uno de esos puestecillos había uno con bisutería hecha de soutache. Me llamó muchísimo la atención ya que era algo que no había visto nunca. empezó a responder La mujer que lo regentaba me dejó probar tras haberme explicado cómo se hacía. Me regaló la pieza en concreto y me dijo que tenía buenas manos para el soutache. Desde ese día me esforcé por aprender y durante mi carrera seguí practicando y mejorando, haciendo creaciones cada vez más complicadas, así que cuando me convertí en diseñadora el soutache era parte de mí. Lo más lógico era incorporarlo a mis creaciones.
-      Y por lo visto con muy buen resultado añadió el periodista con una sonrisa en los labios. - ¿Por qué llamó Moonlight a su marca y no le puso su nombre o un alias como los demás diseñadores?
-      Bueno es una historia personal pero digamos que la luz de la luna tiene mucho que ver en ella. Creo que Moonlight evoca a los sueños que toda mujer tiene desde joven. Así que le llame así, además de que mi nombre no suena con mucha clase. la joven mujer y el periodista rieron No tiene glamour como Valentino, Versace, Dior o Channel.
-      Esto es todo. Muchísimas gracias por atenderme Señorita Lee.

Ambos se levantaron de los sillones donde estaban sentados haciendo la entrevista en el despacho de la diseñadora y ella esperó pacientemente a que el hombre guardara todas sus cosas en el maletín que llevaba. Le acompañó hasta la puerta de su oficina y el hombre se giró repentinamente hacia ella.

-      ¿Por qué nunca se ha casado a pesar de tener unos pretendientes muy bien posicionados en el mundo de la moda? preguntó curioso.

Ella rió ya que la pregunta le tomó por sorpresa, tomándose su tiempo para responder.

-      Porque mi corazón tiene dueño. Y aunque esté lejos, sé que algún día lo encontraré. Por el momento no descubrí ningún candidato mejor que él aunque tengan buenas posiciones y sean favorables para mí.

El hombre, quedó satisfecho con su respuesta por lo que finalmente salió del lugar de trabajo de la joven mujer. Cerrando la puerta, dio media vuelta y se dirigió hasta su sillón tras la enorme mesa donde tenía un montón de papeles llenos de bocetos con ideas para nuevos diseños. Se centró en el que tenía frente a ella, un vestido de novia para su amiga Minkyung que se lo había pedido como favor personal.

Después de un par de horas trabajando en el diseño, estaba agotada. Tenía un horrible dolor de cabeza, por lo que decidió ir a casa y tomar una buena ducha para despejarse. Se llevaría los diseños y los retocaría allí, así podría hablar con Minkyung sobre los detalles del vestido sin que nadie la molestara.

Salió de la oficina tras despedirse de los empleados. Aunque era la jefa, intentaba tener una buena relación con todos ya que opinaba que si ellos estaban felices, rendirían mucho más en su trabajo. Intentaba que hubiese buen ambiente y comunicación entre todos, fueran los diseñadores de complementos o simples empleados de limpieza.

La joven mujer caminaba con prisa por la calle buscando un taxi libre, pero a esa hora y en esa zona de la cuidad no solía haber ninguno. Aún así no perdía la esperanza y parecía ser que hoy estaba de suerte puesto que uno de ellos enfiló la calle en la que se hallaba. Hizo señas con la mano para que parara y en cuanto este llegó a su altura, cogió la manilla de la puerta para abrirla. Y de repente la escuchó. Su canción. Esa canción que le trajo recuerdos de aquel chico que conoció años atrás.

Oyó al taxista decirle algo, pero sonó de un modo lejano puesto que su mente estaba lejos, perdida en la melodía de esa canción. Soltó la manilla de la puerta al tiempo que una lagrima se hacía camino por su mejilla. Se giró descubriendo con sorpresa que estaba frente a la cafetería a la cual él la había llevado. Dónde le había enseñado esa canción por primera vez.

El lugar no había cambiado en absoluto a través de los años. Los pequeños arbustos que decoraban cada lado de la puerta, seguían allí igual que los recordaba. Las pequeñas mesas puestas en el rellano delante de la puerta habían sido reemplazadas por unas más modernas, pero seguían el mismo modelo que las anteriores. La madera que recubría la fachada estaba algo desgastada por el paso de los años, pero estaba tan limpia como recordaba.

Movida por un resorte, dió un par de pasos subiendo los cuatro escalones que le llevaban a la pequeña terraza y una vez frente a la puerta se paró en seco. Se sentía emocionada y asustada a partes iguales. Aún así decidió entrar.
Buscó con la mirada entre el gentío que había allí pero no lo encontró. Estaba segura de que por muchos años que hubieran pasado, por mucho que él hubiese cambiado ella le reconocería.  Volvió a mirar una segunda vez con el mismo resultado. Frustrada, se dió la vuelta y salió de la cafetería. Se quedó clavada en la puerta con los ojos llenos de lágrimas, que no tardaron en caer aunque ella no pareció notarlo. La música seguía sonando en la cafetería y en su cabeza, trayéndole miles de recuerdos vividos con él.



Paseó de nuevo por esa ciudad en la que hacía años que no ponía un pie. Se dejó guiar por sus pasos sin rumbo fijo, ya que si se perdía con llamar a un taxi para que le llevara de vuelta al hotel lo tendría solucionado. Quería ver si Seúl había cambiado mucho y por lo que había visto hasta el momento la verdad es que no parecía haberlo hecho considerablemente. Un par de nuevos edificios aquí y allá y eso era todo.

Se aflojó el nudo de la corbata y se la quitó, guardándola en el maletín, se desabrocho un par de botones de la camisa y más ligero comenzó a caminar de nuevo. Esta vez comenzó a apartarse de las calles principales, dejando paso a callejuelas más estrechas y cuando estaba a punto de darse por vencido pensando que no encontraría nada interesante por allí, se encontró en un lugar que recordaba muy bien.

La cafetería estaba como siempre salvo por algunas mejoras, pero su espíritu seguía allí. Al igual que el propietario con unas cuantas arrugas y kilos de más y un poco menos de pelo y la cabina de música con su viejo tocadiscos y sus miles de vinilos. La música que sonaba seguía siendo la que recordaba, antigua pero nunca pasada de moda. Con una sonrisa se acercó al hombre quien se hallaba secando unas tazas de café con un trapo.

-      Buenas tardes saludó aun con la sonrisa en su cara. El hombre levantó la mirada de su tarea y al ver al joven hombre, abrió los ojos como platos.
-      ¡Tu pequeño bribón! exclamó dejando la taza y el trapo sobre la encimera y saliendo de detrás de la barra para abrazar a aquel muchacho que disfrutaba de la música antigua tanto como él mismo, ahora convertido en todo un hombre. - ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Qué has hecho? preguntó curioso.

Jonghyun sonrió más aún al ver que el viejo Señor Park todavía le recordaba. Apretó a éste en un abrazo fuerte y sin responder a las preguntas, le llevó hasta la mesa más cercana, donde ambos se sentaron. Allí le contó que volvio al reformatorio, donde conoció a un hombre japonés que viendo su potencial en la composición de canciones, se lo llevó con él a Tokio dispuesto a darle una oportunidad en la vida.

Al llegar a la cuidad japonesa, Jonghyun descubrió que el Señor Shinoda no era un hombre tan pobre como aparentaba ser. Resultó ser el heredero del CEO de una agencia de talentos y allí lo llevó como aprendiz. Durante años había hecho canciones exitosas para otros pero nunca se había atrevido a cantar él. Se había convertido en un compositor y productor de renombre en Japón y ahora había vuelto a Corea con la intención de abrir su propia agencia.

El Señor Park escuchó todo con mucha atención felicitándole por haber conseguido hacerse con una buena vida y le dijo que le invitaba a tomar un café al cual Jonghyun no rehusó. El recién llegado no dejaba de mirar la cabina de música.

-      ¿Aún funciona? señaló al tocadiscos.
-      Por supuesto, ¿quieres ponerlo? Aún recuerdo esa canción que te gustaba tanto sigue en su sitio.
-      Gracias Señor Park.

Se levantó de la silla donde estaba sentado, dirigiéndose a la cabina. Aspiró el olor de los vinilos allí colocados y después de un par de minutos intentando recordar cada cosa de lo que allí hizo, fue hacia un estante en concreto, donde con dedos expertos, seleccionó el vinilo en concreto. Lo sacó de su funda de cartón y lo puso sobre el tocadiscos, puso la aguja sobre éste y el sonido de un piano comenzó a sonar por los altavoces.

Cerró los ojos dejándose envolver por el sonido melódico y casi nostálgico de la voz de la chica. Por primera vez en muchos años entendió la letra de la canción y de repente imágenes de su primer amor se agolparon en su mente. Hacía años que no pensaba en ella de una manera tan fuerte como ahora. Nunca se había casado ni había logrado mantener una relación estable con ninguna mujer, porque había descubierto que nunca encontraría a nadie como Yoobi. Quizá por esa razón había vuelto a Seúl y no había permanecido en Tokio como su mentor le había sugerido.

Al escuchar esa canción todo lo que sentía por Yoobi se había avivado y decidió buscarla en cuanto se hubiese establecido por completo. Ni siquiera sabía si estaba casada o no, pero si la podía conservar como amiga era todo lo que necesitaba.
These wounds won´t seem to heal
This pain is just too real
There´s just too much that time can not erase

Suspiró ya que esos versos de la canción pegaban con su situación. Sus heridas no habían sanado, el dolor era demasiado real y hay cosas que el tiempo no pudo borrar, como su amor por Yoobi. Pensar en ella hizo que su estómago se encogiera en una sensación similar a la que tuvo el día que lo apresaron.

Abrió los ojos e instintivamente miró a la puerta. Una joven mujer estaba parada allí de espaldas a él, como buscando a alguien. No debió encontrarlo porque se giró dispuesta a irse. En ese momento se quedó congelado creyendo ver a un fantasma, creyendo ver a Yoobi.

No perdió ni un sólo segundo cuando fue capaz de reaccionar. Salió de la cabina y se dirigió a la puerta esquivando a todo el que se pusiera por delante de él. Al alcanzar la puerta, la vio allí parada de espaldas. Cogió aire antes de pronunciar su nombre en una especie de sonido que no superó el nivel de susurro.

-      ¿Yoobi? dijo más alto cuando pudo pronunciar algo.

La mujer se giró lentamente sorprendida por que alguien le llamara por su nombre. Jonghyun la observó y descubrió a una mujer sofisticada y elegante aunque conservaba aún esa cara de inocencia que tanto le gustaba de ella. Su pelo estaba peinado en grandes ondas de un color castaño chocolate que le hacía verse aún más guapa, unido al maquillaje en tonos anaranjados haciendo resaltar sus ojos y con simple brillo en sus labios evitando recargar así el rostro. Su ropa era un conjunto de vestido en tono burdeos con una gabardina en tono tierra por encima. Sinceramente, a Jonghyun le encantó el conjunto.


Al escuchar su nombre, se giró lentamente creyendo haber oído la voz de aquel muchacho que años atrás había sido su novio. Le observó sorprendida de haber tenido razón en decir que si lo viese lo reconocería puesto que su cara seguía siendo la misma, pero con las facciones más marcadas y adultas. Ya no llevaba la melena que tanto le gustaba a ella, pero el pelo corto y bien peinado hacia atrás sin estar estirado le sentaba de lujo, al igual que el traje hecho a medida, pues se veía que era de diseñador, no un traje cualquiera. El reloj era de la marca TAGheuer y estaba segura de que no lo habría reconocido si no fuera diseñadora, antes ella no se fijaba en esas cosas. Ahora, analizaba hasta el mínimo detalle de cada persona que se ponía frente a ella.

-      ¿Jong Jonghyun? preguntó con algo de miedo. El hombre asintió y sin dudarlo, ella se lanzó a sus brazos.

Jonghyun la abrazó con muchísima fuerza y Yoobi se puso a llorar ya que había echado de menos esos abrazos de oso que él le había dado siempre. Notó como le secaba sus lágrimas y le agarraba de la mejilla elevándole la cara.

-      ¿Tienes pareja o estás casada? le preguntó en un tono suave.

Ella negó con la cabeza y entonces Jonghyun la besó. Primero fue de manera suave pero ambos necesitaban bastante más del otro, por lo que acabó siendo bastante más intenso, sorprendiéndose ambos por la manera tan natural en la que encajaban sus labios, como si se reconociesen aun después de tantos años. Cuando se separaron no podían dejar de sonreírse.

-      ¿Vamos a mi casa? pregunto la mujer Tenemos mucho de lo que ponernos al día.

Y agarrados de la mano, se pusieron en camino hacia el piso de la diseñadora, a la cual le había desaparecido el dolor de cabeza.






 Epilogo 
You still have all of me


Esa mañana todo era prisas y caos. El hogar normalmente era un remanso de paz pero aquel día Yoobi tenía trabajo fuera de casa y no podía atenderlo. Jonghyun normalmente se las apañaba bien, pero hoy todo parecía estar en contra de él.

Preparó el desayuno y se le quemaron varias tostadas que no fue capaz de enmascarar con nada y que acabaron en la basura porque ni siquiera los perros se las comieron. Dejó como pudo la mesa preparada con el desayuno y fue al salón de dónde sólo se oían gritos y lloros unidos al sonido de la televisión. Eidur protestaba porque Aiden lloraba y éste lloraba porque tenía hambre y su mamá no estaba. Airi permanecía balbuceando cosas en su idioma de bebé mientras Shiro le lamía la cara. Tan y Choko se dedicaban a juguetear entre ellos, correteando por todo el salón. Nadie le dijo que ser padre fuera fácil.

-      Eidur, Aiden a desayunar antes de que se enfríe, venga. Tenemos que irnos y aun hay que bañaros y vestiros y mamá nos matará si llegamos tarde.

Los niños se bajaron del sofá y fueron hacia la cocina. Aiden, de 4 años corrió veloz puesto que tenía hambre. Eidur era el mayor y ya tenía 6 años, era el más tranquilo de los tres y era demasiado maduro para su edad por lo que sus padres confiaban en él para que vigilara a sus hermanos o a los perros durante un rato.

-      Papi, creo que Airi se ha hecho caca dijo pasando a su lado.
-      Vete a desayunar y vigila a tu hermano de que no coma rápido, enseguida voy yo. dijo revolviéndole el pelo que llevaba en una melena descuidada similar a la que una vez llevó él cuando era joven.

Se dirigió hacia dónde estaba la sillita con el bebe. Airi tenía año y medio y era la niña de sus ojos. Era su única hija y era una copia exacta de su madre. La cogió en brazos y en seguida le llegó el olor del pañal, puso mala cara y fue corriendo a limpiarla. Una vez aseada, volvió a la cocina donde los niños comían. Eidur había encendido el televisor y veían los dibujos mientras, para que Aiden no comiera rápido.

Tras bañar a los dos niños a la vez, y quedar empapado en el proceso, procedió a ponerles los trajecitos que su madre había diseñado para esta ocasión especial. Vistió a Airi con su vestidito y finalmente cuando todo estuvo listo, metió a los tres niños en el coche y puso rumbo a la iglesia donde estaba Yoobi esperándolos, sin duda impaciente.

Llegó a tiempo para encontrar buen aparcamiento aún. Y tras sacar a su prole del coche caminaron hacia el interior de la capilla la cual  ya estaba llenándose de invitados. Vislumbró a Yoobi cerca del altar y Aiden corrió hacia su madre lloriqueando ya que era el más mimoso de los tres pequeños y tenía mayor preferencia por ella que por su padre, cosa que en los otros dos era al revés. Se acercó a su mujer sonriendo cuando esta saludó a sus niños.

-      Buenos días cielo, veo que lo has cumplido y lo has tenido todo bajo control. Sinceramente pensé que no lo conseguirías se rió dándole un beso suave.
-      Que poca fe tienes en mi, cariño sonrió. - ¿Cómo está Minkyung? ¿Más o menos nerviosa que en sus otras dos bodas anteriores?
-      Ya la conoces, dramatiza mucho y a mí me tiene de los nervios con el vestido. Me dan ganas de convertir esto en un entierro en vez de una boda

La boda se celebró sin ningún altercado grave y tras un día realmente agotador, los niños fueron quedándose dormidos en el coche, de camino a casa. Se detuvo en un semáforo y miró hacia su mujer quien también se había quedado dormida, echó una ojeada a los niños y sonriendo puso de nuevo el coche en marcha, rumbo a su hogar pensando en lo mucho que había cambiado su vida desde que Yoobi entro en ella.

En la radio sonó el último verso de una canción que conocía muy bien.


But you still have all of me.

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