♣ 6 ♣
Every
good thing...
Los
días fueron pasando, convirtiéndose en semanas. Quedaban todos los días y su
relación cada día se consolidaba. Se acercaba la Navidad y por primera vez en
muchos años, Jonghyun estaba emocionado, ilusionado e intranquilo. Hacía
muchísimo tiempo que no sabía lo que era celebrar la Navidad con gente que le
importase. Había crecido en las calles malviviendo como podía, lo habían metido
en varios orfanatos pero se había escapado al igual que del reformatorio al que
llegó después de cumplir los 15 y del cual se había fugado el día que conoció a
Yoobi. Ella le ayudó a despistar a la policía.
Un
detalle que le pareció muy curioso es que la policía no lo hubiese encontrado y
en cambio la chica sí. Así que pensó que el karma era muy sabio y empezó a
creer en el destino. Mentalmente les tenía montado un altar a cada uno de ellos
en un rinconcito de su cabeza. Pero eso, claro está Yoobi no lo sabía. No le
había dicho nada de su vida y ella tampoco le había preguntado, así que él no vio
necesidad de contarlo. Tampoco es que se sintiera muy bien ocultándoselo… pero aún no estaba completamente preparado
para hacerlo. ¿Y si le dejaba? ¿Y si decidía que no quería verle de nuevo? No
podía permitirlo. Amaba a Yoobi, de eso estaba seguro. Decidió decírselo
después de Navidad.
Estaba
tan metido en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que había llegado
al lugar donde tendría lugar su cita hasta que notó unas manos que rodeaban su
cintura desde la espalda. Miró alrededor viendo el carrusel el cual estaba en
movimiento emitiendo un sonido quejumbroso y penetrante apenas disfrazado con
la musiquita repetitiva e incesante que una vez que estaba dentro de tu cabeza,
no eras capaz de quitártela de ella. Y ni cuenta se había dado de ello. Las
manos le oprimieron más fuerte y Jonghyun instintivamente las apretó entre las
suyas, entrelazando los dedos de ambos.
- ¿En qué piensas? –
escuchó la voz de su novia.
-
En lo mucho que te quiero – sonrió mirándola por encima del hombro.
-
¿Y es mucho? Por que llevas un buen rato perdido en tu
mundo… - se rió la chica.
-
Es muchísimo preciosa –
asintió y se giró para poder besarla de manera muy suave.
Yoobi
tenía la cara helada y Jonghyun le besó con suavidad dejando que su aliento
chocara contra los labios de su novia en un leve intento para que entrase en
calor. Ella se abrazó con fuerza a su cintura, pegándose a su pecho y el chico
enseguida la rodeó con sus brazos atrayéndola contra él para que al menos
conservara el poquito calor que le quedaba.
Notó
algo que le mojaba las manos con las cuales frotaba la espalda de Yoobi y al
elevar la cabeza se dio cuenta de que estaba nevando. Era la primera nevada del
año y decían que concedía deseos si estos eran sinceros. Secretamente pidió no
separarse jamás de Yoobi. Poco a poco la nieve comenzó a caer más y más fuerte
por lo que sin separarse de su novia, la guió hasta el carrusel donde al menos
no se mojarían mientras esperaban a que dejara de nevar. Aunque sabía que si no
era pronto se acabarían congelando ambos. Y no era una idea que le gustase
demasiado. Yoobi se pego más a su cuerpo en busca de calor y comprendió que
deberían irse de allí.
-
Debemos irnos Yoobi… no
podemos quedarnos aquí o nos congelaremos.
-
¿A dónde iremos? ¿Podemos ir a la cafetería que te gusta?
– le preguntó con una sonrisa.
-
¿Te apetece ir allí? – ella
asintió – Entonces no se hable más. Aprovechemos que
ahora nieva poco.
Agarró
su mano y tiró de ella para caminar rápido y salir de ese parque, teniendo
mucho cuidado de no resbalar y caerse. Yoobi, trastabilló alguna que otra vez
pero logró sujetarla a tiempo evitando que se cayera. Caminaban lo más rápido
posible hacia la cafetería pero aún les quedaba un gran trayecto hasta allí. La
nieve poco a poco empezó a caer con más fuerza y fue mojando sus abrigos
calándoles el frío hasta los huesos. Se fijó en Yoobi que llevaba el pelo
completamente mojado y pegado a la cara, la cual tenía tan pálida que le daba
un aspecto enfermo. Decidió hacer un cambio en los planes y dejar la cafetería
para otro momento.
Se
desvió del rumbo original sin soltar la mano de su novia a la que le oía
castañetear los dientes a consecuencia del frío que sentía. Ella se dejaba
guiar sin poner objeciones, quizá porque estaba tan congelada que no era capaz
ni de pronunciar palabra. Él le miraba con preocupación deseando llegar lo más
pronto posible a su casa. Bueno, la palabra exacta sería cuchitril pero ahora
mismo lo que menos le importaba era si era un sótano inmundo o una fastuosa
mansión. Sólo le preocupaba Yoobi.
Por
fin llegaron a la calle donde vivía y apretando el paso todo lo que sus
congelados pies le permitían llegaron a su portal. Sacó las llaves y como pudo
abrió la puerta aunque apenas tenía fuerza en las manos. Dejó que ella entrase
antes, y abrazándola por la espalda, la guió hasta la puerta de su micro piso.
Una vez dentro, lo primero que hizo fue quitarle el abrigo y correr a por una
manta y una toalla. La envolvió con la manta y le secó el pelo como pudo.
-
Tienes que tomar una ducha bien caliente o enfermarás – ella asintió levemente tiritando bajo la
gruesa manta. – Voy a preparártelo.
Se
fue hasta el baño abriendo el grifo del agua caliente y sacándole una toalla
limpia para que pudiera secarse después. Rebuscó entre sus cosas algo de ropa
que pudiera prestarle mientras la suya se secaba.
-
¡Yoobi! - la llamó – El
agua está caliente y aquí tienes una toalla y ropa limpia – dijo cuando ella llegó caminando con
lentitud – Creo que tienes que
quedarte aquí esta noche. No voy a dejar
que salgas con la ropa encharcada y no creo que puedas salir a la calle con mi
ropa.
-
Llamaré a casa después de ducharme. ¿Te importa si les
digo que me quedo en casa de Minkyung? – el
chico negó con la cabeza – Gracias – le dio la manta antes de entrar en el baño.
Mientras
ella se duchaba, Jonghyun se puso a recoger y ordenar un poco todo lo que había
desperdigado por los rincones. Una vez en su
habitación cambió las sabanas para que Yoobi durmiese en la cama y
esperó a que ella saliese del baño.
Cuando
ambos estaban duchados se acurrucaron en el sofá bien pegados el uno al otro
debajo de la manta. Yoobi tenía los ojos cerrados con la cabeza apoyada en el
hombro de su novio quien no dejaba de mirarla con una sonrisa. Su cara estaba
teñida por un ligero tono rosáceo que la hacía parecer la Yoobi de siempre no
la enferma de hacía una hora. Jonghyun no pudo reprimir las ganas de besarla.
Fue un beso suave y corto pero la chica puso la mano en su mejilla y comenzó a
besarle de nuevo.
Si
algo les ocurría es que cuando uno de ellos comenzaba a besar al otro, pasaba
un buen rato hasta que podían dejar de hacerlo. Sus labios tenían una especie
de atracción similar a la de los imanes, y una vez juntos, costaba separarlos.
Yoobi
tuvo un escalofrío y se juntó más a Jonghyun quien la apretó contra su pecho,
mientras sus labios buscaban más de los de la chica. Las suaves caricias no
tardaron en llegar. Primero de forma tímida pero poco a poco fueron tornándose
más juguetonas y traviesas palpando partes de sus cuerpos que nunca antes
habían tocado. Los dedos de la chica se
enredaban en el largo pelo del muchacho pegándose más aún a su boca, respirando
entrecortadamente por la falta de oxigeno en sus pulmones. Se separó un poco
boqueando en busca del tan ansiado gas.
-
Deberíamos…
dormir… - jadeó Jonghyun cerca de su oído. El chico
era consciente de que si no paraban ahora, no sería capaz de hacerlo después.
Yoobi
se levantó del sofá y tras despedirse de él se fue a la habitación. Se metió en
la cama con el sabor de los labios de su novio aún sobre los suyos, se acurrucó
entre las mantas intentando coger calorcito y así dormir. Pero no dejaba de
darle vueltas a la cabeza. Cerraba los ojos y a su mente venía claramente el
tacto de sus grandes manos recorriéndole la espalda despacio pasando después a
su cintura y subiendo por sus costados hasta finalmente acabar en sus pequeños
pechos. El simple recuerdo le hacía arder como si tuviese fiebre y sentía ese
cosquilleo en el estómago cómo si aún le estuviese tocando y no se encontrase
realmente en el sofá en la otra habitación.
Decidida,
se levantó de la cama y fue al salón. Jonghyun estaba acurrucado entre las
mantas buscando un calor que allí no encontraría. Se acercó sigilosa y como
pudo, se metió con él bajo la manta. Jonghyun abrió los ojos y la miró curioso.
-
¿Qué haces aquí? –
preguntó en un susurro.
-
Tenía frio y no podía dormir… ¿puedo hacerlo contigo? – le sonrió dulcemente.
-
Pero aquí no entramos…
-
Vayamos a la cama – la
chica se destapó y se incorporó del sofá esperando que el muchacho le siguiera
hasta la cama, donde se volvió a meter.
El
chico obediente lo hizo, colándose bajo las mantas sintiendo como nada más
taparse unos brazos le rodeaban, sintiendo la calidez que emanaba del cuerpo de
su novia. Acarició su espalda con suavidad y a cambio recibió miles de besos
suaves en su cuello, lo que le hizo que se estremeciera desde las puntas de los
dedos de los pies hasta la raíz del pelo. Yoobi no parecía darse cuenta o si lo
hizo, fingió no haberse enterado. Una mano de la chica se coló bajo la tela de
la camiseta que usaba como pijama y acarició la piel del abdomen, haciendo que
suspirara a la vez que encogía el vientre. Sentía miles de mariposas en su
estómago cada vez que ella le acariciaba por lo que finalmente optó por seguir
su juego, buscando sus labios uniéndolos de forma intensa desde el primer
momento, cosa que Yoobi le siguió encantada. Ella no dejaba de tocarle bajo la
tela, pegándose a él cada vez que veía la oportunidad, suspirando con cada beso
y dejando los labios entreabiertos, gesto que aprovechó para intensificar el
beso colando su propia lengua en la boca de su novia, la cual la aceptó
gustosa, dejando que se encontrara con su homónima.
Poco
a poco el calor fue recorriendo sus cuerpos por lo que la ropa empezó a sobrar.
Ambos se desvestían el uno al otro con toda la rapidez que podían, ya que sus
cuerpos pedían a gritos sentir la piel del otro. Yoobi no llevaba ropa interior
bajo las prendas que su novio le había prestado, puesto que estaba secándose,
por lo que Jonghyun pudo besar su cuerpo desnudo con rapidez. Las manos del
chico acariciaban sus pechos con suavidad mientras dejaba miles de besos en su
cuello, lo que hacía que Yoobi no dejara de suspirar de manera suave enredando
los dedos de nuevo en el pelo de su novio. Era una costumbre que había
adquirido cuando se besaban. No era ningún secreto que ella quería tenerle lo
más cerca posible. Se había hecho adicta a sus labios, los cuales besaba
siempre que tenía una mínima oportunidad.
Para
ella esta era una experiencia nueva, ya que nunca había estado desnuda con
ningún chico anteriormente, aunque por alguna razón no se sentía incomoda
frente a Jonghyun, a pesar de ser bastante tímida. Él le daba la seguridad y
decisión que ella por sí sola no poseía. Y en este momento sabía lo que quería
de él de una manera muy clara, por lo que se dejó llevar por sus deseos. Bajó
una de sus manos por el pecho de su novio hasta la entrepierna, donde acarició
ésta con suavidad. Recorrió toda su extensión con las yemas de un par de sus
dedos, notando cómo él se estremecía por el contacto, haciendo que su miembro
poco a poco despertara, a medida que ella comenzaba a masturbarle. A cambio, Yoobi notó como los dedos de Jonghyun se colaban entre sus piernas
acariciándole el clítoris de forma suave en un principio y presionando mas
fuerte cada vez, arrancándole sonidos más placenteros a medida que él chico
introducía un dedo en su interior, moviéndolo de forma suave en un principio,
acelerando después.
La
habitación estaba siendo llenada por los sonidos arrancados de su interior:
jadeos, suspiros y gemidos que se mezclaban con los que ella le arrebataba a su
novio. Rozó con una de sus uñas la punta del glande de Jonghyun quien se
estremeció de manera notoria agarrándose a las sabanas con su mano libre
mientras que la otra se movía frenética en su interior haciendo que Yoobi se
mordiese el labio de forma que se acallase un poco cada sonido que luchaba por
salir. El chico le estaba dando placer y sabía que ella se lo estaba
devolviendo a juzgar por lo duro, caliente y húmedo que tenía el miembro.
Pero
eso no era suficiente, ambos querían más y no hacía falta hablar para que el
otro lo supiera. Jonghyun alargó el brazo rebuscando en el cajón de su mesilla
de noche, buscando algo que no conseguía alcanzar. En cuanto lo consiguió volvio
a prestarle atención y a darle miles de besos suaves sacando los dedos de su
interior mientras ella emitía un gruñido de queja que fue acallado por un nuevo
beso.
El
chico se incorporó sobre sus rodillas y tras ponerse el preservativo, alzó un
poco la cadera de su novia para poder introducirse con suavidad en su interior.
Poco a poco fue introduciéndose en su interior mientras volvía a apoderarse de
sus labios de manera más intensa que las anteriores, buscando distraerla con
los besos y no pensar en lo que ocurría en su interior. Se sentía muy
comprimido pero a la vez eso le excitaba. Sin dejar de mirar a su novia comenzó
a moverse lentamente en su interior, agarrándose de su cadera, contra la cual
chocaba al introducirse por completo en ella.
Yoobi
pasó de sentir molestia a placer en muy poco tiempo, por lo que ella misma
comenzó a moverse contra su novio, agarrándole del trasero y tirando de éste
hacia su pelvis, haciendo que entrara más profundo. Subió sus manos hasta los
hombros de Jonghyun clavándole las uñas, arañándole mientras se encorvaba bajo
su cuerpo dejando escapar toda clase de sonidos. Instintivamente, comenzó a
mover su cadera en círculos, lo que hizo que el muchacho le embistiera más
fuerte y rápido soltando algún que otro jadeo mientras buscaba sus labios los
cuales fueron mordidos y succionados por ambos.
Los
movimientos cada vez eran más rápidos y precisos, tocándole ese punto que la
estaba volviendo loca, haciendo que su cuerpo entero se convulsionara de puro
placer sin dejar de jadear y pronunciar el nombre de su novio quien le
mordisqueaba el lóbulo de la oreja, lo que aumentaba su placer de tal manera,
que acabó alcanzando el orgasmo, comprimiendo su cuerpo y dejando aprisionado
el miembro de su novio, sin que éste dejara de moverse en su interior, por lo
que el orgasmo se alargó aún un poco más, hasta que Jonghyun tras llegar al
clímax, comenzó a parar y relajarse poco a poco, hasta salir de su interior y
tumbarse a su lado.
Ambos
se abrazaron mientras intentaban recuperar su respiración a un ritmo normal
hasta que poco a poco fueron quedándose dormidos en los brazos del otro. No
necesitaban hablarse para saber que se amaban.
Yoobi
pensó que había sido perfecto y romántico a su manera, no sólo por el cuidado
con el que la había tratado su novio si no porque fuera no dejaba de nevar y
hacer frío. En su fantasía, sólo le faltaba tener una chimenea y estar en una cabaña en medio del bosque, pero por lo demás había sido incluso mejor de lo
que se había imaginado.
Y
con una sonrisa en sus labios, finalmente dejó de estar a caballo entre el
sueño y la realidad, dejándose caer en los brazos de Morfeo.
♣ 7 ♣
...
has an end...
El
día antes de Navidad quedaron por la tarde. Las calles estaban atestadas de
gente que no paraba de ir y venir en busca de regalos de última hora. Las luces
y los villancicos llenaban la calle de un espíritu cálido que contrastaba con
la fría nieve que caía dejando todo de un color blanco inmaculado y que estaba
acumulada a los laterales de las aceras y carreteras.
En
una de las calles del centro habían colocado una especie de mercadillo con
puestos a lo largo del paseo donde vendían de todo. Estaban protegidos de la
nieve por telas de colores vivos a juego con las luces que adornaban la
travesía. Podías encontrarte desde libros, adornos y complementos hechos a mano
hasta puestos de comida rápida.
Jonghyun
nunca había prestado mucha atención a esas cosas pero su novia lo miraba todo
llena de ilusión. Arrastraba al joven de puesto en puesto, haciéndole probar
todas y cada una de las cosas que le llamaban la atención, haciéndose miles de
fotos posando con sombreros de lo más variopintos. La risa de Yoobi era lo
único que el chico escuchaba a pesar de todo el ruido que había en la calle. La
miraba embobado como si estuviera bajo un hechizo, como si fuera una sirena y él
fuese atraído por su canto.
Finalmente
pararon en uno de los puestos de complementos artesanales. La mesa estaba llena
de pulseras, collares, pendientes, anillos, bolsos, bufandas y hasta gorros,
todo hecho a mano. Yoobi se quedó mirando cada cosa muy interesada.
-
¡Qué bonito! ¿De qué están hechos? – preguntó curiosa.
-
Es una técnica que se llama soutache - respondió la mujer – Consiste en usar un cordón de hilo soutache
combinado con piedras, cuentas, abalorios o cualquier otra cosa y crear formas
armónicas.
La
señora le mostró la pieza en la que estaba trabajando, explicándole las
distintas partes y piezas y como iban cosidas o pegadas según el diseño que
quisieras hacer. Yoobi la miraba atenta completamente fascinada por lo que la
mujer le explicaba. Asintiendo cuando entendía algo y sonriendo cuando ésta le
dejó que probase a hacer algo. La joven rápidamente escogió los colores e hizo
una flor, bastante sencilla pero bonita a la que le añadió unas piedras para
hacer de pétalos y de la parte central. Jonghyun lo miraba todo curioso. Cuando
la chica acabó se la enseñó a su novio y después a la mujer.
-
Tienes talento para esto – dijo la señora con una sonrisa – Puedes quedártelo como un regalo.
-
¿De verdad? – Yoobi
la miró incrédula y ella volvió a asentir.
-
De verdad.
Se
fueron de aquel puesto rumbo a la cafetería que tanto les gustaba ya que
estaban helados del frio y por la nieve que no dejaba de caer. De repente
Jonghyun se paró en medio de la calle.
-
He olvidado algo. ¿Puedes ir tu a la cafetería primero?
No quiero que te quedes congelada esperándome aquí. Yo enseguida iré.
-
¿No quieres que te acompañe? – le preguntó curiosa.
-
No hace falta no tardaré mucho, lo prometo. – y tras darle un beso, salió corriendo hacia
el lugar por el que habían venido.
Yoobi
suspiró y agarrando con fuerza el paraguas, comenzó a caminar hacia la
cafetería, mientras Jonghyun volvía al puesto de la mujer para comprar unos
pendientes y un colgante para su novia como regalo de navidad. Con el regalo en
el bolsillo, comenzó a encaminarse hacia el lugar donde había quedado con su pareja,
sonriendo feliz y tapándose más con la bufanda que ella le había hecho hacía
algún tiempo.
Salió
del bullicio de la calle principal y entró por una serie de callejuelas menos
transitadas. De repente una sensación extraña le invadió por dentro aunque no
supo que era. Siguió caminando rumbo a la cafetería y escuchó ruido de pasos
cerca de él. Se giró pero no vio a nadie. Suspirando, volvió a caminar
apretando el paso con esa sensación aún en su pecho. Los pasos volvieron a
escucharse y él comenzó a correr hacia el local al cual veía a lo lejos.
Una
vez dentro, buscó a Yoobi con la mirada y la encontró en una mesa bebiendo de
una taza caliente. Caminó hacia la chica y se sentó frente a ella, tras haber
pedido algo caliente para beber. Dejó la cajita delante de su mano y le sonrió
cuando ésta levantó la mirada de su vaso.
-
¡Feliz Navidad! – le dijo.
-
¿Es para mí? –
preguntó curiosa tocando la cajita.
-
¡Claro! ¡Vamos, ábrelo! – le apremió impaciente. Yoobi abrió la cajita y se rió al
verlo.
-
Son preciosos Jong – sacó
los pendientes y se los puso. - ¿Qué tal me quedan?
-
Pues genial, como todo lo que te pones… - respondió el chico. – Dicen que los búhos dan suerte si te los
regalan, así que espero que te traigan mucha suerte a ti.
-
¡Muchas gracias!
-
De nada preciosa.
Yoobi
se levantó de su asiento para acercarse a Jonghyun al cual besó de manera muy
suave hasta que el camarero se acercó para dejarle el chocolate caliente y la
tarta que el chico había pedido antes de ir a la mesa. Ella se volvió a sentar
en su lugar y ambos se pusieron a hablar mientras comían el pastel.
Jonghyun le contó su pasado, a lo que se había
dedicado hasta que lo metieron en el reformatorio y que el día que se
conocieron, estaba huyendo de la policía que le buscaban por haberse escapado.
Yoobi le dijo que eso no le importaba porque creía que las personas cometían errores
y que también podían cambiar. Y más si eran jóvenes aún. Así que el chico no
sólo se quedó completamente tranquilo (aunque en el interior de su cabeza había
montado fiesta en honor al destino y al karma) si no que cayó más enamorado a
los pies de la chica, si eso podía ser aún más posible.
Al
cabo de una hora, cuando ya era algo tarde, ambos se levantaron dispuestos a
salir rumbo a sus casas. Al ser Nochebuena, Yoobi tenía reunión familiar por lo
que no podía quedarse más tiempo con él. Agarrados de la mano pusieron rumbo a
la casa de la chica, metiéndose nuevamente por esas callejuelas menos
transitadas y de pronto esa sensación de malestar volvió a Jonghyun como un
jarro de agua fría en pleno invierno. Intentó relajarse pero cada vez estaba
más angustiado.
De
pronto se escuchó ruido de pasos y gente gritando, cuando reaccionó comenzó a
correr tirando de Yoobi, pues había oído como le llamaban. Le habían
encontrado. La chica no entendía mucho lo que estaba pasando pero corría lo más
deprisa que sus piernas le permitían, intentando encontrar el ritmo de su
novio. Escuchaba de fondo los pasos y los gritos de quienes les perseguían y al
mirar hacia atrás para ver si estaban muy cerca, dejo de prestar atención al
suelo y resbaló en una placa de hielo, acabando en el suelo. Jonghyun intentó
levantarla pero ella le empujó, soltándose.
-
¡Corre! – le gritó - ¡Escapa!
El
chico no reaccionó hasta que los hombres estuvieron cerca de Yoobi, momento en
el que fue a correr pero sintió un golpe fuerte en la cabeza y cómo su novia
gritaba asustada. De repente notó el frío suelo bajo su cuerpo, mojándose al
instante por la nieve acumulada en él. Gritó que dejaran en paz a la chica pero
no le hicieron caso. Lo que pasó después ocurrió tan rápido y estaba tan
borroso que apenas sólo recordaba a Yoobi gritar mientras lloraba, sus manos
atadas a la espalda, ese enorme dolor de cabeza que le hizo marearse y caer
redondo sobre los brazos de un hombre fuerte que evitó que chocase contra el
suelo y esa canción sonando de fondo. La canción que se había convertido en SU
canción.
♣ 8 ♣
...
or not
-
Un par de preguntas más Señorita Lee – dijo el periodista y ella asintió - ¿Cómo se
le ocurrió incorporar el soutache a sus diseños?
-
Cuando tenía 18 años, unas navidades pusieron un pequeño
mercadillo en la Calle Myeong-dong y en uno de esos puestecillos había uno con
bisutería hecha de soutache. Me llamó muchísimo la atención ya que era algo que
no había visto nunca. – empezó a responder – La mujer que lo regentaba me dejó probar tras
haberme explicado cómo se hacía. Me regaló la pieza en concreto y me dijo que
tenía buenas manos para el soutache. Desde ese día me esforcé por aprender y
durante mi carrera seguí practicando y mejorando, haciendo creaciones cada vez
más complicadas, así que cuando me convertí en diseñadora el soutache era parte
de mí. Lo más lógico era incorporarlo a mis creaciones.
-
Y por lo visto con muy buen resultado – añadió el periodista con una sonrisa en los
labios. - ¿Por qué llamó Moonlight a su marca y no le puso su nombre o un alias
como los demás diseñadores?
-
Bueno… es una historia personal
pero digamos que la luz de la luna tiene mucho que ver en ella. Creo que
Moonlight evoca a los sueños que toda mujer tiene desde joven. Así que le llame
así, además de que mi nombre no suena con mucha clase. – la joven mujer y el periodista rieron – No tiene glamour como Valentino, Versace,
Dior o Channel.
-
Esto es todo. Muchísimas gracias por atenderme Señorita
Lee.
Ambos
se levantaron de los sillones donde estaban sentados haciendo la entrevista en
el despacho de la diseñadora y ella esperó pacientemente a que el hombre
guardara todas sus cosas en el maletín que llevaba. Le acompañó hasta la puerta
de su oficina y el hombre se giró repentinamente hacia ella.
-
¿Por qué nunca se ha casado a pesar de tener unos
pretendientes muy bien posicionados en el mundo de la moda? – preguntó curioso.
Ella
rió ya que la pregunta le tomó por sorpresa, tomándose su tiempo para
responder.
-
Porque mi corazón tiene dueño. Y aunque esté lejos, sé
que algún día lo encontraré. Por el momento no descubrí ningún candidato mejor
que él aunque tengan buenas posiciones y sean favorables para mí.
El
hombre, quedó satisfecho con su respuesta por lo que finalmente salió del lugar
de trabajo de la joven mujer. Cerrando la puerta, dio media vuelta y se dirigió
hasta su sillón tras la enorme mesa donde tenía un montón de papeles llenos de
bocetos con ideas para nuevos diseños. Se centró en el que tenía frente a ella,
un vestido de novia para su amiga Minkyung que se lo había pedido como favor
personal.
Después
de un par de horas trabajando en el diseño, estaba agotada. Tenía un horrible
dolor de cabeza, por lo que decidió ir a casa y tomar una buena ducha para
despejarse. Se llevaría los diseños y los retocaría allí, así podría hablar con
Minkyung sobre los detalles del vestido sin que nadie la molestara.
Salió
de la oficina tras despedirse de los empleados. Aunque era la jefa, intentaba
tener una buena relación con todos ya que opinaba que si ellos estaban felices,
rendirían mucho más en su trabajo. Intentaba que hubiese buen ambiente y
comunicación entre todos, fueran los diseñadores de complementos o simples
empleados de limpieza.
La joven mujer caminaba con prisa por la calle buscando un taxi libre,
pero a esa hora y en esa zona de la cuidad no solía haber ninguno. Aún así no
perdía la esperanza y parecía ser que hoy estaba de suerte puesto que uno de
ellos enfiló la calle en la que se hallaba. Hizo señas con la mano para que
parara y en cuanto este llegó a su altura, cogió la manilla de la puerta para
abrirla. Y de repente la escuchó. Su canción. Esa canción que le trajo
recuerdos de aquel chico que conoció años atrás.
Oyó al taxista decirle algo, pero sonó de un modo lejano puesto que su
mente estaba lejos, perdida en la melodía de esa canción. Soltó la manilla de
la puerta al tiempo que una lagrima se hacía camino por su mejilla. Se giró
descubriendo con sorpresa que estaba frente a la cafetería a la cual él la
había llevado. Dónde le había enseñado esa canción por primera vez.
El lugar no había cambiado en absoluto a través de los años. Los
pequeños arbustos que decoraban cada lado de la puerta, seguían allí igual que
los recordaba. Las pequeñas mesas puestas en el rellano delante de la puerta
habían sido reemplazadas por unas más modernas, pero seguían el mismo modelo
que las anteriores. La madera que recubría la fachada estaba algo desgastada
por el paso de los años, pero estaba tan limpia como recordaba.
Movida por un resorte, dió un par de pasos subiendo los cuatro
escalones que le llevaban a la pequeña terraza y una vez frente a la puerta se
paró en seco. Se sentía emocionada y asustada a partes iguales. Aún así decidió
entrar.
Buscó con la mirada entre el gentío que había allí pero no lo
encontró. Estaba segura de que por muchos años que hubieran pasado, por mucho
que él hubiese cambiado… ella le reconocería. Volvió a mirar una segunda vez con el mismo
resultado. Frustrada, se dió la vuelta y salió de la cafetería. Se quedó
clavada en la puerta con los ojos llenos de lágrimas, que no tardaron en caer
aunque ella no pareció notarlo. La música seguía sonando en la cafetería y en
su cabeza, trayéndole miles de recuerdos vividos con él.
♫♪♫
Paseó
de nuevo por esa ciudad en la que hacía años que no ponía un pie. Se dejó guiar
por sus pasos sin rumbo fijo, ya que si se perdía con llamar a un taxi para que
le llevara de vuelta al hotel lo tendría solucionado. Quería ver si Seúl había
cambiado mucho y por lo que había visto hasta el momento la verdad es que no
parecía haberlo hecho considerablemente. Un par de nuevos edificios aquí y allá
y eso era todo.
Se
aflojó el nudo de la corbata y se la quitó, guardándola en el maletín, se
desabrocho un par de botones de la camisa y más ligero comenzó a caminar de
nuevo. Esta vez comenzó a apartarse de las calles principales, dejando paso a
callejuelas más estrechas y cuando estaba a punto de darse por vencido pensando
que no encontraría nada interesante por allí, se encontró en un lugar que
recordaba muy bien.
La
cafetería estaba como siempre salvo por algunas mejoras, pero su espíritu
seguía allí. Al igual que el propietario con unas cuantas arrugas y kilos de
más y un poco menos de pelo y la cabina de música con su viejo tocadiscos y sus
miles de vinilos. La música que sonaba seguía siendo la que recordaba, antigua
pero nunca pasada de moda. Con una sonrisa se acercó al hombre quien se hallaba
secando unas tazas de café con un trapo.
-
Buenas tardes –
saludó aun con la sonrisa en su cara. El hombre levantó la mirada de su tarea y
al ver al joven hombre, abrió los ojos como platos.
-
¡Tu pequeño bribón! –
exclamó dejando la taza y el trapo sobre la encimera y saliendo de detrás de la
barra para abrazar a aquel muchacho que disfrutaba de la música antigua tanto
como él mismo, ahora convertido en todo un hombre. - ¿Dónde has estado todo
este tiempo? ¿Qué has hecho? – preguntó curioso.
Jonghyun
sonrió más aún al ver que el viejo Señor Park todavía le recordaba. Apretó a
éste en un abrazo fuerte y sin responder a las preguntas, le llevó hasta la
mesa más cercana, donde ambos se sentaron. Allí le contó que volvio al
reformatorio, donde conoció a un hombre japonés que viendo su potencial en la
composición de canciones, se lo llevó con él a Tokio dispuesto a darle una
oportunidad en la vida.
Al
llegar a la cuidad japonesa, Jonghyun descubrió que el Señor Shinoda no era un
hombre tan pobre como aparentaba ser. Resultó ser el heredero del CEO de una
agencia de talentos y allí lo llevó como aprendiz. Durante años había hecho
canciones exitosas para otros pero nunca se había atrevido a cantar él. Se
había convertido en un compositor y productor de renombre en Japón y ahora
había vuelto a Corea con la intención de abrir su propia agencia.
El
Señor Park escuchó todo con mucha atención felicitándole por haber conseguido
hacerse con una buena vida y le dijo que le invitaba a tomar un café al cual
Jonghyun no rehusó. El recién llegado no dejaba de mirar la cabina de música.
-
¿Aún funciona? –
señaló al tocadiscos.
-
Por supuesto, ¿quieres ponerlo? Aún recuerdo esa canción
que te gustaba tanto… sigue en su sitio.
-
Gracias Señor Park.
Se
levantó de la silla donde estaba sentado, dirigiéndose a la cabina. Aspiró el
olor de los vinilos allí colocados y después de un par de minutos intentando
recordar cada cosa de lo que allí hizo, fue hacia un estante en concreto, donde
con dedos expertos, seleccionó el vinilo en concreto. Lo sacó de su funda de
cartón y lo puso sobre el tocadiscos, puso la aguja sobre éste y el sonido de
un piano comenzó a sonar por los altavoces.
Cerró
los ojos dejándose envolver por el sonido melódico y casi nostálgico de la voz
de la chica. Por primera vez en muchos años entendió la letra de la canción y
de repente imágenes de su primer amor se agolparon en su mente. Hacía años que
no pensaba en ella de una manera tan fuerte como ahora. Nunca se había casado
ni había logrado mantener una relación estable con ninguna mujer, porque había
descubierto que nunca encontraría a nadie como Yoobi. Quizá por esa razón había
vuelto a Seúl y no había permanecido en Tokio como su mentor le había sugerido.
Al
escuchar esa canción todo lo que sentía por Yoobi se había avivado y decidió
buscarla en cuanto se hubiese establecido por completo. Ni siquiera sabía si
estaba casada o no, pero si la podía conservar como amiga era todo lo que
necesitaba.
These
wounds won´t seem to heal
This
pain is just too real
There´s
just too much that time can not erase
Suspiró
ya que esos versos de la canción pegaban con su situación. Sus heridas no
habían sanado, el dolor era demasiado real y hay cosas que el tiempo no pudo
borrar, como su amor por Yoobi. Pensar en ella hizo que su estómago se
encogiera en una sensación similar a la que tuvo el día que lo apresaron.
Abrió
los ojos e instintivamente miró a la puerta. Una joven mujer estaba parada allí
de espaldas a él, como buscando a alguien. No debió encontrarlo porque se giró
dispuesta a irse. En ese momento se quedó congelado creyendo ver a un fantasma,
creyendo ver a Yoobi.
No
perdió ni un sólo segundo cuando fue capaz de reaccionar. Salió de la cabina y
se dirigió a la puerta esquivando a todo el que se pusiera por delante de él.
Al alcanzar la puerta, la vio allí parada de espaldas. Cogió aire antes de
pronunciar su nombre en una especie de sonido que no superó el nivel de
susurro.
-
¿Yoobi? – dijo más alto cuando pudo
pronunciar algo.
La
mujer se giró lentamente sorprendida por que alguien le llamara por su nombre.
Jonghyun la observó y descubrió a una mujer sofisticada y elegante aunque
conservaba aún esa cara de inocencia que tanto le gustaba de ella. Su pelo
estaba peinado en grandes ondas de un color castaño chocolate que le hacía
verse aún más guapa, unido al maquillaje en tonos anaranjados haciendo resaltar
sus ojos y con simple brillo en sus labios evitando recargar así el rostro. Su
ropa era un conjunto de vestido en tono burdeos con una gabardina en tono
tierra por encima. Sinceramente, a Jonghyun le encantó el conjunto.
♫♪♫
Al
escuchar su nombre, se giró lentamente creyendo haber oído la voz de aquel
muchacho que años atrás había sido su novio. Le observó sorprendida de haber tenido
razón en decir que si lo viese lo reconocería puesto que su cara seguía siendo
la misma, pero con las facciones más marcadas y adultas. Ya no llevaba la
melena que tanto le gustaba a ella, pero el pelo corto y bien peinado hacia
atrás sin estar estirado le sentaba de lujo, al igual que el traje hecho a
medida, pues se veía que era de diseñador, no un traje cualquiera. El reloj era
de la marca TAGheuer y estaba segura de que no lo habría reconocido si no fuera
diseñadora, antes ella no se fijaba en esas cosas. Ahora, analizaba hasta el
mínimo detalle de cada persona que se ponía frente a ella.
-
¿Jong… Jonghyun? – preguntó con algo de miedo. El hombre
asintió y sin dudarlo, ella se lanzó a sus brazos.
Jonghyun
la abrazó con muchísima fuerza y Yoobi se puso a llorar ya que había echado de
menos esos abrazos de oso que él le había dado siempre. Notó como le secaba sus
lágrimas y le agarraba de la mejilla elevándole la cara.
-
¿Tienes pareja o estás casada? – le preguntó en un tono suave.
Ella
negó con la cabeza y entonces Jonghyun la besó. Primero fue de manera suave
pero ambos necesitaban bastante más del otro, por lo que acabó siendo bastante
más intenso, sorprendiéndose ambos por la manera tan natural en la que
encajaban sus labios, como si se reconociesen aun después de tantos años.
Cuando se separaron no podían dejar de sonreírse.
-
¿Vamos a mi casa? –
pregunto la mujer – Tenemos mucho de lo que
ponernos al día.
Y
agarrados de la mano, se pusieron en camino hacia el piso de la diseñadora, a
la cual le había desaparecido el dolor de cabeza.
♣ Epilogo ♣
You still have all of me
Esa
mañana todo era prisas y caos. El hogar normalmente era un remanso de paz pero
aquel día Yoobi tenía trabajo fuera de casa y no podía atenderlo. Jonghyun
normalmente se las apañaba bien, pero hoy todo parecía estar en contra de él.
Preparó
el desayuno y se le quemaron varias tostadas que no fue capaz de enmascarar con
nada y que acabaron en la basura porque ni siquiera los perros se las comieron.
Dejó como pudo la mesa preparada con el desayuno y fue al salón de dónde sólo
se oían gritos y lloros unidos al sonido de la televisión. Eidur protestaba
porque Aiden lloraba y éste lloraba porque tenía hambre y su mamá no estaba.
Airi permanecía balbuceando cosas en su idioma de bebé mientras Shiro le lamía
la cara. Tan y Choko se dedicaban a juguetear entre ellos, correteando por todo
el salón. Nadie le dijo que ser padre fuera fácil.
-
Eidur, Aiden a desayunar antes de que se enfríe, venga.
Tenemos que irnos y aun hay que bañaros y vestiros y mamá nos matará si
llegamos tarde.
Los
niños se bajaron del sofá y fueron hacia la cocina. Aiden, de 4 años corrió
veloz puesto que tenía hambre. Eidur era el mayor y ya tenía 6 años, era el más
tranquilo de los tres y era demasiado maduro para su edad por lo que sus padres
confiaban en él para que vigilara a sus hermanos o a los perros durante un
rato.
-
Papi, creo que Airi se ha hecho caca – dijo pasando a su lado.
-
Vete a desayunar y vigila a tu hermano de que no coma
rápido, enseguida voy yo. – dijo revolviéndole el pelo
que llevaba en una melena descuidada similar a la que una vez llevó él cuando
era joven.
Se
dirigió hacia dónde estaba la sillita con el bebe. Airi tenía año y medio y era
la niña de sus ojos. Era su única hija y era una copia exacta de su madre. La
cogió en brazos y en seguida le llegó el olor del pañal, puso mala cara y fue
corriendo a limpiarla. Una vez aseada, volvió a la cocina donde los niños
comían. Eidur había encendido el televisor y veían los dibujos mientras, para
que Aiden no comiera rápido.
Tras
bañar a los dos niños a la vez, y quedar empapado en el proceso, procedió a
ponerles los trajecitos que su madre había diseñado para esta ocasión especial.
Vistió a Airi con su vestidito y finalmente cuando todo estuvo listo, metió a
los tres niños en el coche y puso rumbo a la iglesia donde estaba Yoobi
esperándolos, sin duda impaciente.
Llegó
a tiempo para encontrar buen aparcamiento aún. Y tras sacar a su prole del
coche caminaron hacia el interior de la capilla la cual ya estaba llenándose de invitados. Vislumbró
a Yoobi cerca del altar y Aiden corrió hacia su madre lloriqueando ya que era
el más mimoso de los tres pequeños y tenía mayor preferencia por ella que por
su padre, cosa que en los otros dos era al revés. Se acercó a su mujer
sonriendo cuando esta saludó a sus niños.
-
Buenos días cielo, veo que lo has cumplido y lo has
tenido todo bajo control. Sinceramente pensé que no lo conseguirías – se rió dándole un beso suave.
-
Que poca fe tienes en mi, cariño – sonrió. - ¿Cómo está Minkyung? ¿Más o menos
nerviosa que en sus otras dos bodas anteriores?
-
Ya la conoces, dramatiza mucho… y a mí me tiene de los nervios con el
vestido. Me dan ganas de convertir esto en un entierro en vez de una boda…
La
boda se celebró sin ningún altercado grave y tras un día realmente agotador,
los niños fueron quedándose dormidos en el coche, de camino a casa. Se detuvo
en un semáforo y miró hacia su mujer quien también se había quedado dormida,
echó una ojeada a los niños y sonriendo puso de nuevo el coche en marcha, rumbo
a su hogar pensando en lo mucho que había cambiado su vida desde que Yoobi
entro en ella.
En
la radio sonó el último verso de una canción que conocía muy bien.
But
you still have all of me.